Consiga un bote vacío con capacidad de un litro y de lámina, cerrado de un lado y con tapa por el otro lado , como los que utilizan, por ejemplo, para guardar pintura de aceite. Haga un agujero en el centro de cada tapa. Después, enrolle la liga o las ligas entre dos tuercas pesadas. También puede utilizarse un cuerpo pesado, como es una pila usada y “seca”. En este caso puede utilizarse cinta adhesiva para fijar las ligas a la pila. Coloque la liga con las tuercas dentro del bote, haciendo pasar los extremos de la liga por los agujeros de las tapas. Sujete la liga por afuera del bote con ayuda de unos clips.

Ahora coloque el bote sobre el suelo y ruédelo lejos de usted. Descubrirá que el bote regresa. Además, después de algunos ensayos aprenderá qué fuerza y qué distancia se necesitan para lograr un mejor efecto. La impresión en los niños será aún mayor si en el momento en el que el bote empieza a regresar, usted lo llama o le chifla como a un perro faldero.

Es en este momento en el que se puede trabajar la explicación del fenómeno a través de representaciones prescriptivas de la ciencia. Pidiéndole la explicación del funcionamiento del porqué se regresa el bote dado que se tiene un sistema mecánico y elástico. ¿Mejora la respuesta y el movimiento es más rápido si se tiene mayor tensión en la liga?

¿Por qué sucede esto?

Las tuercas funcionan como un contrapeso y hacen que la liga se tuerza conforme rueda el bote. Éste rodará hasta cierta distancia debido a la fuerza que se aplicó al aventarlo. Sin embargo, la lata regresará lentamente a su lugar de origen debido a la energía que se libera cuando la liga pierde la tensión adquirida al aventar el bote inicialmente.

Material

- Una lata vacía con tapa de hule.

- Un par de ligas.

- Clips.

- Dos tuercas pesadas o un cuerpo pesado como una pila de 1.5V o “gorda” para lámpara.

Ver la figura 1 para que se entienda la configuración del sistema listo para que funcione.

Ocurre con frecuencia que los niños o jóvenes buscan en su casa reproducir el “bote obediente”, y en muchas ocasiones sin éxito. Sin embargo, volverán a experimentar con el bote que hay en el rincón de ciencia del salón. Este ir y venir resulta ser un entrenamiento que conduce a aprender “dónde poner los ojos cuando se busca la solución a un problema”, y entonces ocuparse en vez de preocuparse. La habilidad de recurrir a lo indicado para comenzar con la solución del problema es una característica de las personas que resuelven problemas con ayuda de un pensamiento científico. He aquí la razón por la cual no debe proporcionarse la solución a los niños o jóvenes cuando éstos se encuentran descifrando un reto, sino darles caminos alternativos a través de los cuales crezca su exploración.